Las sustancia químicas que tienen la propiedad de un ácido se denominan, valga la redundancia, ácidas, y pueden existir en estado sólido, líquido o gaseoso en función a la temperatura. También pueden aparecen como sustancia pura o en solución. La palabra ‘ácido’ proviene del latín ‘acidus’, que significa ‘agrio’, por ello muchas veces para definir el sabor del vinagre o del limón hablamos de acidez.
Además de ese sabor ácido, estos compuestos químicos se caracterizan por cambiar el papel de azul tornasol de azul a rosado, por ser corrosivos, por ser buenos conductores de electricidad en disoluciones acuosas y por producir quemaduras en la piel.
En nuestro entorno existen multitud de ácidos y entre unos y otros existen variaciones sustanciales. Así, la fuerza de un ácido, por ejemplo, depende de su habilidad o tendencia a perder un protón. Un ácido fuerte se disocia completamente en agua mientras que un ácido débil lo hace solo parcialmente. Los superácidos son los más fuertes que existen, superando incluso al ácido sulfúrico, y algunos ejemplos son el ácido fluoroantimónico, el ácido mágico o el ácido perclórico.